miércoles, 27 de julio de 2011

Historias de periódico

Pablo tenía un muy buen día, un día fabuloso. Lo había sido desde la mañana cuando Ana, su madre lo recibió en la cocina con un desayuno de rey. Jugo exprimido de las naranjas de Coca, la vecina de la casucha contigua.
Unas tostadas hechas con la tostadora nueva de Ana, esa que recibió la semana anterior en su cumpleaños. Ana había untado prolijamente cada una de las cinco tostadas con manteca y dulce de leche, caseros, lógicamente. Pablo estaba casi seguro de que era pan Fargo, su preferido.
Las tostadas eran perfectas, tenían la temperatura justa y eran de la textura y color más maravillosos. Por fuera eran crocantes y morenas, pero en el corazón del pan yacía el centro blanco, blandito, aireado y cálido, nada muy lejano a una almohada.
El café con leche…. No existe realmente una receta para hacerlo pero Ana seguramente hacía el mejor en todo Entre Ríos. Pablo ya tenía la panza llena y calentita, ¿Qué más podía pedir?
Así cualquier domingo podía ser el mejor, a pesar de arrancar a las 5.30 de la mañana. Además era febrero y para Pablo realmente no existieron los domingos hasta marzo. Con una alegría fuera de lo normal, pero racionalmente explicable, Pablo caminó apurando el paso hacia su vieja bici, y seguramente ese día era más linda que nunca antes.
Salió por la puerta pequeña procurando que ésta no hiciera mucho ruido, todos duermen, todos  quieren dormir, y todos quieren que su respectivo diario llegue a casa a horario. Esa también era tarea de Pablo.
Pedaleó y las siete cuadras fueron más cortas que nunca, llegó muy rápido al quiosco de Don Carmelo, quién le habia regalado la vieja bici a Pablo, y le encomendado, sabiendo de sus necesidades económicas, que repartiera los diarios por todo Febre.
Don Carmelo, desde hacía unos meses había dejado de repartir los diarios, ya que su artrosis no lo dejaba pedalear y digamos que él y Pablo estaban unidos por la necesidad.
Entonces Pablo cargó los diarios y salió, ya no necesitaba el machete de los clientes, sus catorce años le daban una envidiable memoria, eso decía Don Carmelo.
El recorrido parecía más atractivo. Lo que puede hacer un buen desayuno es increíble, hoy Pablo era la alegría andante y se notaba a la lengua. Silbaba y cantaba solo en las calles de polvo y tierra. Pensaba en dónde habría estado el Pucho, su perro, que cada noche salía a hacer de las suyas por el pueblo. Esta mañana no estaba en casa y eso significa que tuvo una noche larga, tal vez no llegue hasta pasado el mediodía.
Entre pensamientos y ganas de llegar a casa, ya con un sol que le ató el buzo de su primo Hernán a la cintura, Pablo llegó a uno de sus últimos clientes, Daniel.
Daniel estaba tirado, ya desde temprano, bajo su hermoso Torino 69’ .Según Pablo, eran ya más de las ocho y eso es temprano para un domingo. La nueva casa de Daniel estaba alejada del pueblo y tenía un terreno considerable, unas cuantas hectáreas. Daniel lo saludó y se levantó a recibir el diario.
– ¿Qué me cuenta Pablito?, espero que hoy traiga buenas noticias – dijo con esfuerzo Daniel mientras se levantaba del suelo.
– Acá trabajando un poco, ¡qué hermoso el toro! ¿Le falta mucho para andar?
– No falta nada. Estoy revisando todo por última vez así hoy lo puedo llevar al Nico a dar una vuelta. Hoy cumple 10.
– ¡Qué bueno! Lo felicito. Nos estamos viendo Daniel – se despidió Pablo
– Cuídese Pablito
Daniel ojeó el diario del domingo, tenía las manos engrasadas y no podía mirar con mucho detalle, pero pudo asegurarse de que aquel domingo era el 23 de febrero de 1986 era un día hermoso y el cumpleaños número 10 de Nicolás. El tema principal del Clarín era algo respecto del mundial, y había también temas de política, pero Daniel no era gran aficionado a la política. Volvió al auto, dejando de lado el diario
Ése Torino era el sueño de Daniel y su hijo, Nico. La historia del auto se remonta al tío difunto de Daniel.
Un día de julio de 1984 el tío Cosme llamó a Daniel a su casa de Maciá a unos cuantos kilómetros del pueblo de Febre. Lo llamó para cederle una casa alejada del pueblo. La casa estaba en buen estado y contaba con un gran galpón aparentemente vacío, y para mejor estaba en Febre. Cosme venía muy mal de los pulmones, nunca, desde sus 17 años había dejado de fumar y de alguna manera sus ojos perdidos sabían cuan poco le quedaba aquí con nosotros. Cosme se llevaba muy mal con sus otros sobrinos, y con Daniel nunca se llevó bien, pero era el que mejor le caía de todos, su mujer había muerto 4 años antes, nunca pudieron tener hijos, así que Cosme sólo pudo pensar en Daniel para darle la casa que fuera para sus hijos.
Unas dos semanas después, Cosme murió en una crisis de tos. Lo encontraron sentado frente a la tele, creen que se ahogó con la sangre que despidió de los pulmones.
Días después de la muerte de Cosme, terminó de estallar la guerra conyugal en el hogar de Daniel y Graciela. Así, luego de pesadas discusiones, decidieron que por bien de los tres (Daniel, Graciela y Nicolás, en aquel entonces de 8 años) deberían pasar un tiempo separados, haciendo sus vidas, en “paz”.
La separación llevó a Daniel a “dormir en el sillón”, obligándolo a ocupar la casa que fuera del tío Cosme. Él tenía en mente vender la casa, pero las lógicas circunstancias lo llevaron a sacar provecho de su inmerecida herencia.
Es difícil no ver que Daniel, no podía entre trabajar en la YPF del pueblo y “vivir” por sí solo. Las tareas del hogar se le hicieron complicadas y sus tiempos no eran los mismos, sin tener en cuenta las desabridas y poco sanas cenas y almuerzos que él pudiera preparar.
No olvidemos que Daniel es humano, y si hay algo que el humano hace es adaptarse. Él lo hizo a la perfección, y a su tiempo, pero jamás se acostumbró a no tener a Nicolás junto a él todos los días.
Sin embargo, justo cuando Daniel pudo comenzar a adaptarse a esa nueva “vida” de soledad e independencia, el tiempo en casa se hizo mayor y pudo comenzar a poner la casa de Cosme como el hogar de Daniel.
Fue un viernes de fines de agosto del 84’ cuando a las 2.30 de la madrugada, el ya desvelado Daniel, había cortado el pasto de todo el terreno, y se disponía con una fuerza no común para alguien que trabajó casi 10 horas los 5 días anteriores de esa semana, a limpiar el galpón, el garaje.
No es extraño que no lo hubiera visto mas que superficialmente, no tuvo ni un instante entre churrascos secos e intentos de tucos, todo sumado al trabajo y la limpieza del hogar. Tan poco fue su tiempo, que ni pudo cruzarse con algún ave de paso, algún pañuelo curafracasos.
Así, después de horas de jardinería improvisada, Daniel abrió de par en par el pesadísimo portón oxidado del galpón. El galpón estaba lleno de ratas y aromatizado por años de encierro. Pero repentinamente algo le llamó la atención, había algo, detrás de una gran escalera acostada.
Sin duda era la figura de un auto, contorneada por una pesada tela, un tipo de sábana y, obviamente un apasionado de la mecánica y de los motores como lo era Daniel, jamás podría soportar la intriga de qué pudiera ser aquello debajo de la sábana.
No corrió, pero, sin dudas hubiera querido hacerlo. A los saltos, como un niño y sonriendo, sin embrago, caminó. Caminó eternos pasos hacia la figura. Se aferró a la tela y de un tirón descubrió un hermoso Torino, si su Torino 69’.
No entendió, nunca había visto ese auto. ¿Era acaso eso algo importante ahora? Estaba frente al auto de sus sueños.
Lo único que atinó a hacer, con la boca aún abierta, fue abrirlo suavemente, abrió realmente de lujo. Buscó la llave, pero en el habitáculo no estaba, media hora de investigación exhaustiva e incluso obsesiva lo establecen. Frenéticamente la buscó por todo el galpón polvoriento y sucio.
Estaba frustrado, se decidió a disfrutar de la vista de tamaño motor frente a sus ojos. Abrió el capó y solo pudo horrorizarse, no había motor
Pero si estaba la llave y los papeles del auto.
El mismo sábado que le siguió al viernes del descubrimiento llamó a un teléfono que había entre los papeles, guiado sin duda por algo que estaba fuera de él.
– Diga – vociferó una voz ronca, que supo juntar años
– Emm, si soy… bueno soy Daniel – eso fue más dudar, que presentarse. Es lógico, estaba pisando en un charco lleno de quién sabe qué.
– No se equivocó el viejo – era obvio, se refería a Cosme
– Llamo porque…
– Encontraste el toro – lo cortó
– Si, pero cómo…
– En 20 minutos en la plaza, frente a la iglesia – no perdió la costumbre de cortarlo
– Si, ¡sí!
Cortó el teléfono con fuerza y Daniel despegó de un sobresalto la oreja del teléfono. Ahora sí, no entendía absolutamente nada.
Apuró el café, que esta vez estaba frío. Y muchas otras, había estado muy, muy caliente.
Buscó su mejor campera, agarró las llaves de la F250 y salió de la casa haciendo malabares con las llaves, los documentos y la billetera. Se subió a su camioneta y salió, sin escalas a la plaza.
Siempre amó la velocidad, pero hoy la necesitaba.
No le sobraba el tiempo, tenía que llegar desde las afueras del pueblo, hasta la plaza.
Durante el viaje imaginó qué le daría aquel hombre de voz ronca, lo imaginaba gordo y fumador.
Fumaba, claro que sí, pero era alto y flaco el pelo entre blanco y amarillo, como si el hollín de su cigarro opacara sus cabellos añejos. Jamás dudo quién era, era el único que estaba en la plaza llena de barro a las 10 de la mañana, con un frío que castigaba y una garúa que llamaba al temporal, el viento se levantaba como si estuvieran todos los ancestros en contra de ello, del encuentro.
Carlos tiró el cigarro a medio fumar y le dio la mano a Daniel, una mano áspera y fornida, pero fría. La cara de Daniel no era más que un signo de interrogación. Carlos vio la cara de Daniel y tomó la delantera en la charla.
– Me llamo Carlos. Sé que me llamaste porque encontraste el toro del viejo. No tiene motor es verdad, el motor lo tengo yo – lo dijo aliviado – tu tío quería asegurarse de que vos lo tuvieras y yo esperaba vivir para cumplir mi promesa.
– ¿Qué promesa? – a cada palabra de Carlos, Daniel entendía menos
Carlos se rió, en realidad, lo intentó, ya que una tos seca, así, como la de Cosme, le cortó cualquier intento de risa.
– Fuimos muy amigos ¿sabes? – ahora era profundo, su mirada buscaba un punto de fuga, quería hablar, contarle, pero a la vez era demasiada apertura (desnudez) para un hombre de su tipo, supuestamente duro y fuerte – en fin, le debo un favor y vos estas destinado a... – evitó toda apertura o confesión
– Bueno, acá estoy, ¿donde lo puedo ir a buscar? Al motor, digo
– Yo te guío, vamos
– Ah, y… el auto digamos, ¿es mío?
­– Si hombre, eso ya está hecho
Carlos era un hombre grande, incluso más viejo que el tío Cosme, pero también disfrutaba de andar rápido. Viajaron por un largo tiempo y llegaron a Maciá, el pueblo del tío Cosme, allí en otro galpón yacía el corazón, el motor del Torino.
– Está fundido – sentenció
La cara de Daniel no era feliz. Pero tenía en mente armarlo de todas formas. Esa misma noche empezó a desarmar el corazón del Torino.
Así fue que decidió que el regalo de cumpleaños de Nico fuera sentir
la sensación de volar, Nico iba todas las tardes después de la escuela a buscar a su padre a la YPF para ir al galpón del tío Cosme a armar el toro, muchas veces mintiendo a Graciela, que trabajaba el día entero en el 67, el restaurante más grande de Febre.
Fueron dos años de oro para padre e hijo. Es mas también lo fueron para Daniel y Graciela, que comenzaron a llevarse mejor y ambos estaban en pareja, no compartían asados los fines de semana, pero se saludaban cordial y sinceramente.
Nico aprendió y se contagió de la pasión del padre.
Un año y medio luego de comenzada la restauración, el auto fue puesto en marcha por Nico, y Daniel tuvo que taparse la cara para esconder una lagrima que caía por su mejilla, si, si era feliz. Habían prometido probar la sensación de volar en el décimo cumpleaños de Nicolás.
A pesar del pacto, Daniel terminó de preparar el coche aquel domingo alrededor de las 8 de la noche y antes de pasar a buscar a Nico, agarró la ruta, la 26.
Aceleró, si, hasta el fondo aceleró, la noche estaba cayendo y las luces de los autos pasaban cada vez más rápido, los carteles del kilometraje sufrían una especie de deformación por lo rápido del movimiento del auto. Sólo faltaba un habano y un buen tema de Credence, el casette estaba en su lugar y el encendedor del Torino estaba calentándose mientras Daniel cantaba con el habano en la boca
Cuando el encendedor estuvo listo, Daniel lo sacó pero se quemó y como un reflejo sacudió la mano dejando caer el encendedor, no dudó en agacharse a buscarlo, ¿qué podría arruinar ése momento?
Una vez que cumplido su cometido, encendedor en mano, levantó la cabeza y volvió la vista a la ruta.
Demasiado tarde fue cuando las luces y el bocinazo de un camión enorme estremecieron hasta su última partícula de vida.
Sus manos apretaron el volante y lo hicieron crujir, el habano cayó, como buscando un refugio y sus pupilas se volvieron diminutas en un instante. Todo, todo estaba perdido, se sorprendió de lo rápido que podía pensar alguien en esa situación. Él no vio su vida cual diapositivas, sino que pasaron frente a él miles de sensaciones y jamás encontró razón lógica a por qué estaba allí en ese instante, nada tenía razón lógica. Aunque todo parecía planeado. También tuvo tiempo de entenderse como un buen hombre, con sus errores humanos.
Se vio también como un hombre feliz y hasta tuvo tiempo de agradecer de los hermosos dos años (raros, sí, pero hermosos) que le dio la vida de forma tosca y que él o su destino le supieron hacer pulir. Tuvo tiempo también de agradecer estar solo y de haber “traicionado” el pacto con Nico.
Este trance duro pocas décimas de segundo y al volver de él, empapado de sudor, atinó a volantear hacia la derecha intentando volver a su carril, pero el auto se fue de control e hizo volcar al camión.
El Torino estaba en llamas y Daniel sólo podía seguir agradeciendo rodeado de sus propios alaridos.
El camionero murió al igual que Daniel y ese sueño paterno-fraternal de armar el coche juntos.
La vida de Nico fue de mal en peor, nunca superó tal traición, el viejo lo había dejado solo y vivo, acá, sin un padre y sin un sueño.
A los 20 viajó a Buenos Aires y a los 22 murió de sobredosis. Se drogaba escuchando el tema que, según los bomberos, aún sonaba en el Torino.
Tal vez estaba buscando la sensación de volar hacia la muerte que su padre había sentido, tal vez buscaba mojarle la oreja al destino y en esa sensación reunirse con Daniel.
En tanto Graciela, pudo salir de su depresión y poner su propio restaurante en Nogoyá. Muchos creían que estaba loca, pero todos los 23 de febrero compraba el Clarín y todos esos días un camión volcaba en la ruta 26. Todos los camioneros morían, lo extraño era que parecían intentar esquivar un auto…
Algunos dicen que ese auto es un Torino y que se escucha una canción de Credence y una frenada antes del desastre.

sábado, 9 de julio de 2011

Un llanto del alma

Ha muerto, (ha muerto?) un hombre que de muy pequeño, gracias a duras situaciones decidio ser un turista de la vida.
Creo que lo pasó fue lo mas cerca de ser un humano que estubo. Debo decir que el enojo que siento no puede fiarse de ser ni la mitad del dolor que me mueve a escribir esto. Enojo porque muchos no escucharon un solo tema, no leyeron un solo poema de ese hombre que me conoce, pero yo no lo conosco. Es alguien que sabe qué puertas abrir y cuándo. Siento dolor y no me importa QUIEN mierda lo mató ni a QUIEN quiso matar solo sé que hay un manantial, de los últimos que me quedan que se secó para siempre. Tendré otra sed que no podré saciar. Siento un dolor que se mueve y cambia de colores como un remolino donde volcamos acuarelas y pinturas, supongo que cada color es un recuerdo que tengo de este hombre que mi papa supo darme de ejemplo, un hombre capas de sobrepasar tantas adversidades espirituales y materiales alguien que perdió a su mujer e hija en un accidente de avión, que vivió el abandono de un padre y un comienzo duro en este mundo hostil, una madre, cinco hermanos y la unica certeza de que un dia tan negro como ayer llegaría.
Él, a pesar de esto, no sólo vivió sanamente sino que vivió en el filo del abismo empujado día a día por un cáncer de huesos, él con sus bastones y su vista tan deteriorada le hacía frente al demonio hecho terror que lo tentaba con desistir todos los días que su existencia escribieron.
Hoy, me enteré de esta nefasta noticia y siento que conmigo la paz llora, lloramos porque EL MENSAJERO de la paz se ha ido. Espero sigas siendo el turista que en vida supiste ser. Gracias por tu filosofia, gracias por haber escrito cosas que cambian dia a dia, que cambian a medida que "crezco" o que el tiempo pasa. Esto no es un homenaje, esto no es un adiós, esto es mi llanto mi más humilde denudés





No estás deprimido , estás distraído


No estás deprimido, estás distraído. Distraído de la vida que te puebla, distraído de la vida que te rodea delfines, bosques, mares, montañas, ríos. No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano, cuando en el mundo hay 5,600 millones. Además, no es tan malo vivir solo. Yo la paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer y gracias a la soledad me conozco...... algo fundamental para vivir.

No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene 70 años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo a los 80 y Rubinstein interpretaba como nadie a Chopin a los 90, sólo por citar dos casos conocidos.

No estás deprimido, estás distraído. Por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado. No hiciste ni un solo pelo de tu cabeza, por lo tanto no puedes ser dueño de nada. Además, la vida no te quita cosas: te libera de cosas... te aliviana para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones. No perdiste a nadie: el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón.

Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Miguel Ángel, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja, porque nos hace desconfiados.

Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban 3 ó 4 meses de vida. 

Dios te puso un ser humano a cargo y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz. Después podrás compartir la vida verdadera con los demás. Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz, porque la felicidad es una adquisición. Además, la felicidad no es un derecho, sino un deber; porque si no eres feliz, estás amargando a todo el barrio.

Un solo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mandó matar a seis millones de hermanos judíos. Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate de la Perusa, la baguette francesa, los tacos mexicanos, el Pisco peruano, los mares y los ríos, el fútbol de los brasileños, Las Mil y Una Noches, la Divina Comedia, el Quijote, el Pedro Páramo, los boleros de Manzanero y las poesías de Whitman, la música de Mahler, Mozart, Chopin, Beethoven; las pinturas de Caravaggio, Rembrandt, Velázquez, Picasso y Tamayo, entre tantas maravillas.

Y si tienes cáncer o SIDA, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas: si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto (tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas)...y si le ganas, serás más humilde, más agradecido... por lo tanto, fácilmente feliz, libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente, como debe ser.

No estás deprimido, estás desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos y los jóvenes: te ayudarán cuando lo seas. Además, el servicio es una felicidad segura, como gozar a la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medida. Ama hasta convertirte en lo amado; más aún, hasta convertirte en el mismísimo Amor.

Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas. El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso. Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida. Vale la pena, ¿verdad?.

Si Dios tuviera un refrigerador, tendría tu foto pegada en él.

Si El tuviera una cartera, tu foto estaría dentro de ella.

El te manda flores cada primavera.

El te manda un amanecer cada mañana.

Cada vez que tú quieres hablar, El te escucha.

El puede vivir en cualquier parte del universo, pero El escogió Tu corazón.

Enfréntalo, amigo -El está loco por ti!.

Dios no te prometió días sin dolor, risa sin tristeza, sol sin lluvia, pero El si prometió fuerzas para cada día, consuelo para las lágrimas, y luz para el camino.

"Cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y un razones por las cuales sonreír". 

Facundo Cabral



Me marcaste y espero que así siga siendo.

martes, 5 de julio de 2011

La soledad, una amiga que no todos podemos o aceptamos tener

Jugaba un Sudoku, no podía parar de pensar en qué significa ese nombre, que carajo significa Sudoku no es realmente de peso, comparado con lo que creó la pregunta, casi al instante siguiente tenía mi propia suposición digna de cualquier ignorante del recalcadisimo idioma al que pertenezca la palabra Sudoku, mi suposición, la cual humildemente me parece lógica al menos, fue que Sudoku ha de ser una especie de solitario, automáticamente, ese tipo ácido y de vez en cuando demasiado frio que tengo en mi lista de personalidades dijo (siempre acotando, si dejara de hacerlo, me preocuparía que haya muerto) “justo para vos, ja!” lo dijo de la forma que mas me irrita, superlativamente sobradora como si en la derecha sostuviera la pipa eterna que termina es sus labios y en la izquierda un café, ambos vicios, vuelven de tonos que van en degradé del gris a marrón, toda la habitación. Obvio él está sentado en su diván de cuero, marrón, consecuentemente, y esos lentes que a cualquiera le dan una apariencia más intelectual, aunque ya desactualizados, es como la realidad tan vieja y tan actual dentro mío. Veo su boca, hasta se de su cáncer en la lengua (una suma de fumar su eterna pipa mas el uso de su lengua para fines tan fríos) y noto ese tono sobrador y soberbio que lo caracteriza. Pero su cara físicamente para mi es una incógnita, no sé si soy yo, no sé quién es, pero se lo más importante, su personalidad, los conozco.
Luego de esta lucha interna, consecuencia de la espontánea visualización del agrio, decidí “establecer” que para mí Sudoku es Solitario, y el agrio, como siempre, estaba en lo cierto soy solitario, pero no me avergüenza decirlo ni aceptarlo. Es cierto que a veces es mejor decir “noo ni en pedo, soledad, naah” pero debo aceptar que en mi caso no, no es así,
HAY DIAS, como alguna vez dije, todos tenemos días y hay días que necesito esa soledad ese autoentendimiento, cansado de hacer cosas por los demás, cansado de que las cosas sean modificadas. Qué sería de mi vida si solo dependiera de mi? Jajaja otra vez el agrio habló  pero esta vez no concordamos. Dijo “un desastre, se ve a la legua”. El orgulloso, ese que siempre tiene la frente en alto, el que no me deja pedir perdón, el que me mantiene en una línea que a veces me aleja de los demás y otra me cambia de nivel, dijo “claro que no!” sabía, por experiencia que no llegarían a nada, y no quería perder tiempo, porque el organizado, siempre limpio, siempre a tiempo, el que me hace sufrir los viajes, que me hace levantarme más de una hora y media antes para estar impecable siempre, el que si llego tarde seguro me castigue con una merecida migraña, o un mal humor pesado hasta para mí. El mismo que mantiene mis tiempos, el responsable de que mi habitación este ordenada el dueño de algo en mi cabeza que no es otra personalidad mas, como “los” que nombré, es algo ajeno a mí, pero a la vez muy profundo, no se su nombre real, pero su nombre artístico que es “TOC”, eso que es más que una persona de cara desconocida, un lobo rabioso que muchas veces se libera y hace desastres en mi, y por consiguiente en los que me rodean, es algo que me ha dejado de cama, pero que también me ha hecho levantarme por un profundo insomnio, ya que “la pieza está desordenada!”. Esos dos el lobo y el organizado me corrían y no podía quedarme a escuchar la discusión. Debía terminar el Sudoku, antes que se les ocurriera algo que yo deba hacer, entonces traté de seguir.
Ahora jugaba al “Solitario”, pero ahora pensaba todo el tiempo en la soledad. Fue inevitable, mi mente me sacó hacia un nuevo “transe” (todos los “transes” duran segundos, eternos y locos segundos) en este nuevo “transe” yo debía lustrar mis burdas definiciones de la palabra soledad, debía llegar a hacerlas brillar, debía filosofar.
No me resistí, me gusta jugar a eso. A veces mi mente me hace esos regalos.
Filosofé, si. Empecé por decir que la soledad tiene esa mala fama que han de tener las cosas realmente valiosas, las que nos distinguen, imaginemos que estas fueran más fáciles de ver, tuvieran una fama mas fuerte o mejor; dejarían de distinguirnos, (así satisfice al orgulloso, claro) luego de esta conclusión, orgulloso de estar distinguido por ver esa cara de la soledad proseguí a ver qué “tiene de malo la soledad”.
En primer lugar, es costumbre humana, por naturaleza, no estar cómodos en los ámbitos no explorados, verlos como hostiles, por el simple hecho de su falta de publicidad. Creo que lo conozco más de lo común, ya que cada vez que estoy con ella, con mi soledad, la exploro a fondo.
Así, en un segundo lugar, digo lo “malo”, más precisamente lo peligroso de la soledad es que nos muestra demasiado al estilo del agrio, demasiado en carne viva, demasiado a flor de piel, demasiado sin anestesia, cómo somos. Lo real es que JAMAS seremos como deseamos o creíamos ser, entonces la decepción es la reacción más común, es lo más fácil, somos un poco sedentarios en ese aspecto, pero, no sé por qué en mi provocó algo distinto, pinchó a mi orgulloso, lo molestó y él comenzó una ansiosa carrera por mejorarme. El agrio, nuevamente, “nunca vas a llegar”. Si bien tiene razón, el orgulloso por lo menos pone algo de sí para mejorarnos, no solo se limita a criticar (he aquí otra guerra interna que preferí no escuchar, no considerar). Entonces no queremos decirnos las cagadas de tipos que somos?

La soledad es un amigo bastante directo. En mi caso la soledad es una amiga, pero mates amargos de por medio aprendimos a llevarnos mejor y hoy me adapté un poco más a sacarle provecho.
Si me desnudo un poco mas digo que también le tengo miedo, no sé cuando pueda envenenar mi mate, por eso los sebo yo. Sí, tengo miedo de que haga algún movimiento que no pueda predecir. También soy humano, también tengo miedo y ella lo sabe bien, por eso ella maneja nuestras esporádicas, no programadas y repentinas reuniones, ella decide segundo a segundo el camino de la conversación, ella manda, me conoce desnudo realmente. Es mi amiga pero creo que podría ser yo alguna vez.
Estoy realmente abierto a la soledad, me mostró mucho de mí, se lo agradezco, pero no es sincera siempre, la manejo con pinzas, yo cebo los mates, yo elijo la radio, el canal o el libro y hasta la yerba, pero en realidad es mujer, ella manda, ella me deja sentir el volante en las manos, frío, pero ella maneja a través de mi. Siempre. Y?
Pero bueno, tuve que aprender a aceptarlo para conocerme más a fondo mejorarme, porque no. Entonces concluyo, es una amiga, rara, directa, no común, temible, sincera, es una daga de doble filo, es difícil de manejar, es inmanejable en realidad, pero es buena, si la sabemos escuchar y dejamos de tapar sus comentarios con la presencia desubicada en el momento menos adecuado de otras personas que a veces ayudan pero en esos momentos los utilizamos, si como cosas, como tapones, para no escuchar a nuestra soledad…