domingo, 22 de mayo de 2011

Hay días..

Si quisiera poder hablar de todos los tipos de días que tenemos no podría hacerlo jamas, ni en mil entradas.
Hoy quiero hablar de esos días que no los tenemos, sino que, en realidad, nos tienen a nosotros.
Me refiero a esos días en los que no parecemos nosotros, donde no seguimos nuestro propio patrón, porque muchas veces las circunstancias del día nos obligan. Bueno, así fue mi jueves. 
El día empezó a las 5.30, escucho la alarma del celular sin poder creer lo rápido que pasó la tan ansiada noche, y lo poco que descansó mi cuerpo, estaba molesto y así aunque era un día bastante prematuro, yo ya estaba mal.
Con una mitad de mi mente que intenta moverme y despertarme por inercia y pura costumbre y la otra mitad que intenta que todo mi yo vuelva al mejor lugar del mundo que en ese momento puedo imaginar, mi cama, calentita, suave y cómoda.
Como casi el 100% de las veces ganó la mitad "despierta" o que intenta serlo, y así, a media máquina apago la alarma del teléfono, y a contrareloj voy al baño a ponerme mas humano.
Salí del baño y después de vestirme en las penunmbras frías de mi habitación, preparé mi desayuno pero tomé la mitad porque el tiempo corrió mas rápido de lo que la mitad despierta pudo calcular, salí rapidísimo de casa con una galletita en la mano. Al llegar a lo de mi amigo y subir al auto sólo pude dormir, como si esos 20 minutos me pudieran devolver las casi 3 horas que me habían faltado dormir.
Llegué a la escuela, y así la mitad mas consciente vuelve a levantarse de entre los cadáveres de sueños y voces lejanas de la radio.
Salgo del auto, me estiro, y con mi mas apta mitad bajo el brazo, voy al baño siguiendo a mi amigo. Después, directo al comedor a dormir, "tal vez ahora me despierte mejor, con una mitad menos mitad, mas completa", OBVIAMENTE NO
Estaba decidido a levantarme e ir al taller a esperar a que las máquinas mas lentas y aburridas hagan el trabajo.
Toda la mañana pasó entre darle 50 "rayitas" y tratar de no dormirme, así en un momento deje mi bufanda en el bancó.
Una vez que escuché el timbre de salida una euforia muy rara en mí me hizo apurarme hacia mi bufanda. Cuando llego, la encuentro en el piso del taller con polvo y virutas, okei la sacudo un poco y me la pongo!, he aquí la clave para un día de esos que es mejor olvidar.
Eso que pensé, sin dudar lo hice, eso provoco que mi par de lentes, cosa que no era, no ERA tan importante, saliera propulsado, sin escalas, hacia el suelo.
Si, la bufanda enganchó los lentes y al verlos en el suelo, solo pensé en levantarlos y seguir mi día como cualquier persona. Pero no, cuando me acerqué y pude ver con claridad noté que estaban ROTOS, ambos lentes rotos, pero no sólo los antejos habían estallado en pedazos, sino que también toda esperanza de poder ver cuando fuera a cazar ese fin de semana desaparecía como pavesas ascendentes en el aire, algo que deseé con todo mi ser por toda esa semana era disfrutar de la cacería.
Ese estallido fue la clave de un día destructor, sin eso él día podría haberme dejado en paz .Pero no, otra vez la realidad llegó a mi como un disparo del francotirador mas astuto.
Así, a medida que el tiempo pasaba fui notando la indefensión que los miopes sentimos sin anteojos, podía sentir como mis movimientos y mi actitud eran temerosos de todo lo que no veía con claridad.
Después no pude evitar matar el tiempo pensando cuantas cosas no podría hacer sin mis anteojos, eso, fue una de las primeras situaciones en que el día me tuvo a mi, así hice cosas que sabía que no debía hacer, pero no tenía desición sobre ellas, o eso creía.
En fin, creo que fue de mis peores días en mucho tiempo, pero lo mas curioso fue que si solamente no hubiera pasado lo de mis anteojos, el día hubiera sido otro, obviamente ese jueves quería fama y yo se la dí.
En un momento determinado del día, después de haber hecho algo muy mal, mas malo que el día en si, empecé a sentir como mi cuerpo estaba conectado con mi mente, sentía el colapso mental, esa confusión de la cual sólo podía sacar mas y mas preguntas sin respuesta.
Empecé por agitarme y respirar entrecortado, seguí por transpirar y sentir mucho calor, tanto que estaba ya sin remera, y mas tarde, lo mas extraño, algo que me había pasado una vez actuando, (y ahora se que fue por mi mente, por la concentración en la que estube en ese momento), empecé a sentir que se me dormía una mano y ese mismo hormigueo también se instaló en mis encías, la oscuridad me tapó ojos y oídos y ya era suyo otra vez, pero esta vez mas que antes. Esta vez el jueves era mi dueño y en el fondo así lo quise, sentí odio, rabia y miedo de saber que ese no era el yo que conocía hasta ahora.
El mal momento duró unos minutos y luego sólo pude llorar y sacar, con mis lágrimas todo lo que hacía efervescencia en mi pecho. Estaba muy cansado y todavia tenía cosas que hacer, entre las cuales estaba bañarme y ordenar mi habitación, y así casi a las 2 de la mañana, pude terminar con el jueves mas temible de todos los que pasé, el que me tubo. Si, fui suyo y no pude protestar, sólo esperar a que cuando se fuera yo pudiera estar con el cuerpo y la mente en una sola pieza.
Bañado, limpio y rodeado de una habitación ordenada y limpia también, pude relajarme y dejar que el viernes tan ansiado controlara y diluyera los últimos rastrojos del jueves que me hizo temblar.
Dormí, como siempre no descansé, pero dormí, y al despertarme, la mitad notó que estaba vivo y que el viernes me había liberado.
Este fue uno de esos días que nos tienen a nosotros..

No hay comentarios:

Publicar un comentario